martes, 10 de enero de 2017

"Cándido en la Asamblea" de José Juan Díaz Trillo

Cándido en la asamblea” es una novela en la que nos muestra el autor un extensísimo bagaje cultural, ya sea por su amplio conocimiento de las artes en general y literario en particular con innumerables citas de otros autores que aparecen intertextualizadas en su propio discurso narrativo, homenajeando a través de este hecho metaliterario el pensamiento ilustrado de sus autores de referencia, desde aquellos que en su tiempo iluminaron el siglo de las luces, Voltaire, Rousseau, Diderot, D´Holbach… como otros más cercanos a nuestra españolidad como Lorca, Lope de Vega o Góngora. Ya sea también por su vasto conocimiento de los hechos históricos y políticos que han acaecido, fundamentalmente en el último siglo, a veces de forma catastrófica, y otras, en cambio, esperanzadoras, aunque luego se fueran diluyendo con el tiempo, quedándose en semilla que nunca llegó a germinar, como ese “Mayo del 68” del que el autor nos dice: “Buscaban la playa bajo los adoquines, y encontraron a De Gaulle”.
Destaca, sobre todo, en el tono filosófico de la novela que a mí, particularmente, me recuerda a Unamuno, el arriesgado reto que acomete Pepe Juan, al decidir escribir su primera novela usando las tres voces, siendo más reflexivo su discurso cuando usa la primera persona en la que rezuma a veces su alma ineluctable de poeta, más lírico cuando usa la segunda y más narrativo y directo cuando escribe en tercera persona. La alteridad de voces es un recurso escaso en el panorama literario español, en muy pocas ocasiones lo encontramos y menos aún realizado con tanta maestría en un obra prima, sin que, en ningún momento se pierda el hilo de una historia bien trabada por un lenguaje preciso al tiempo que narra en cada voz, a la comtenporaneidad y a la complejidad humana de unos personajes con los que cualquier lector se podría identificar y que se enredan en una historia de amor y amistad a lo largo de los devenires del siglo XX, no solo en nuestro país, sino que, al igual que el Cándido de Voltaire, por toda la geografía de nuestro planeta.
Como he dicho, “Cándido en la asamblea” es una novela de difícil y bien conseguida ejecución debido al uso de la alteración de voces, a la vez que es una reflexión filosófica sobre nuestro tiempo desde la disquisición que ya nos planteó Voltaire hace más de dos siglos a través de Cándido y Pangloss, sus personajes en “Cándido o el optimismo”: ¿Acaso vivimos en el mejor de los mundos posibles? Pero, además, la novela de Pepe Juan es un documento político cabal de casi todo lo acontecido en nuestro país desde los tiempos de la aciaga dictadura hasta las protestas populares del 15M, un tiempo de esperanzas en el que creíamos vivir en el mejor de los tiempos posibles cuando logramos desembarazarnos del yugo de los militares y aquella iglesia fascista de Franco y que desembocó en desengaños posteriores, llegada la crisis financiera de los bancos, la avidez especulativa, el descreimiento en los valores democráticos de la población y las restricciones vitales tras la imposición cruel y, a veces, inhumanas de los recortes. Pepe Juan consigue recrear en su novela la mayor época de cambios de nuestro país y establecer en una trama paralela, teñida de ironía y mordacidad, las claves de una actividad política marcada por la bondad de los buenos sentimientos y la ambición sin medida de los intereses individuales o corporativos. Nada deja en el cuaderno de notas, ejerciendo la crítica sin concesión a sus compañeros de profesión y, adivino, a él mismo, desde la contemplación de un Cándido que ejerce su bonhomía en una asamblea, el parlamento, cada vez más aislado y alejado de la realidad cotidiana de la ciudadanía. Pero su análisis político no se ciñe tan sólo a España, indaga también en los cambios históricos de la sociedad mundial, enfrentándonos como ese homo sapiens que afirmamos ser sobre nuestra capacidad de generar tanto el bien como el mal, capaces de crear ilusiones verdaderas para creer con más vehemencia en nuestra singularidad humana o de arrasar con guerras y hecatombes el más mínimo atisbo de razón. Como paradigma central de esta dualidad que nos devora una pregunta que se hace el autor en la novela ante la inminente caída del muro de Berlín: ¿De qué lado caerá el muro, de lado de la esperanza o del lado de la barbarie? Seguro que cada uno tiene una respuesta que será igual o diferente a la del otro, dependiendo, como Pepe Juan ya nos avisa en su novela, del optimismo o del pesimismo que albergue en su armario existencial cada lector.
Con respecto al argumento de la novela, soy de los que piensa que es mejor no explicarlo porque corresponde a la curiosidad del lector desentrañarlo, pero a modo de sucinta presentación copiaré algunas líneas que aparecen en la sinopsis del libro: “Cándido es corrector en la Asamblea y Carlos un médico y diputado por Badajoz que escribe una versión de la célebre obra de Voltaire. Con Mostesquieu y Leonardo Sciascia, es de la tesis de que historia tan original sobre el optimismo merece ser escrita por cada generación. Cree también que este Cándido de verdad, por su azarosa y, a veces, extravagante vida, es el protagonista idóneo. Además de las distintas fuentes que se procura y de las conversaciones con el corrector, Carlos encontrará en los Papeles de Don José, abuelo de Cándido, una réplica de Pangloss en los tiempos de la Dictadura, el hilo preciso para hilvanar un relato lleno de aventuras y personajes, donde realidad y ficción se van fundiendo y confundidendo en una sola historia a lo largo de tres generaciones: la paulatina transformación de Cándido y del propio autor: Del optimismo al pesimismo, y viceversa”.

Una buena y muy trabajada novela que no dejará indiferente a ningún lector.
Francisco Vaz Gallego


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